Entonces, ¿qué decidirá por último la Iglesia con respecto a las supuestas apariciones de Medjugorje? Una posible crítica indirecta ha venido ya del Papa Francisco, que comentó hace unas semanas que "María es nuestra Madre, no un cartero que nos envía mensajes todos y cada uno de los días". Sin embargo, el Papa Francisco es también un enorme devoto de la Virgen y, por lo tanto, un defensor de la genuina devoción mariana. Independientemente de si las presuntas apariciones y mensajes de Medjugorje son auténticos o bien no, e independientemente de si alguno de los supuestos videntes ha incurrido en un engaño deliberado, no cabe duda de que Medjugorje ha funcionado a lo largo de las últimas 3 décadas como un lugar de auténtica devoción mariana.
Por tanto, preveo una sentencia mixta sobre Medjugorje, tal vez declarando que no han tenido sitio apariciones genuinas allá, tal vez declarando que los mensajes están libres de errores doctrinales o morales mas no son de origen sobrenatural, y tal vez permitiendo a los fieles continuar acudiendo allí en peregrinación como a cualquier otro santuario mariano. Cualquiera que sea la resolución que tome el Papa Francisco será ciertamente para el bien de la Iglesia, e incluso como devoto de la Virgen de Medjugorje desde hace mucho tiempo, estoy dispuesto para admitir su juicio sin cuestionarlo, incluso si la decisión es más negativa de lo que anticipo.
Tantas personas dependen de Bob Murdoch y del Centro Comunitario 55. Bob es un especialista en la colecta creativa de fondos y un consumado profesor de ceremonias. Por lo general, Bob es el que entrega los premios y da reconocimiento a los demás por sus contribuciones. No me cabe duda de que, por su esmero y trabajo, el propio Bob Murdoch se merece una Medalla milagrosa jaculatoria o bien, mejor todavía, un doctorado honoris causa en servicio a la comunidad. Las semejanzas se remontan por año 490 a.C., en la llanura de Maratón, cerca de la vieja urbe de la ciudad de Atenas, donde gallardos guerreros atenienses dieron su vida para preservar a Grecia de la conquista de una gran fuerza persa. Pheidippides, un mensajero ateniense, corrió 150 millas llevando las noticias a Atenas. Corrió durante dos días.
El mensaje que entregó al rey fue: "Alégrate de la conquista". Tras entregar la milagrosa nueva, Feidípides se cayó por el agotamiento y la exposición y murió a los pies del rey. Para honrar a este legendario corredor, en 1896 se incluyó la carrera de maratón en los JJ. OO. Modernos, con un pie sobre la cabeza de una serpiente que yacía a sus pies. El año 1830 estaba marcado en la base del globo. Las manos de la Virgen apuntaban hacia abajo, y una cascada de rayos de luz caía de sus manos sobre el globo. Entonces se formó un óvalo alrededor de María, y en él estaban escritas las palabras en oro: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti". La voz dijo a Catalina que mandara acuñar una Medalla milagrosa jaculatoria según este modelo. Los que la lleven tendrán rebosantes gracias.
Cuando la voz se apagó, el óvalo se giró y Catalina vio lo que había en el dorso de la Medalla milagrosa jaculatoria. La letra M estaba coronada por una barra y una cruz. Debajo de la M estaban los corazones de Jesús y María. Un corazón estaba coronado de espinas y el otro atravesado por una espada. Santa Catalina afirmó que vio a María con los pies puestos sobre un globo blanco con anillos de piedras bellas que emitían una luz refulgente. María le charló a Catalina y le dijo que las increíbles luces que veía eran gracias que María dejaba a la gente tener pues se las pedían. También afirmó que las piedras que no emitían luz como las otras eran gracias que la gente no se había acordado de solicitarle.
Entonces, un círculo de luz brillante rodeó a María y "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti", apareció en torno a los bordes del círculo en escritura dorada brillante. María le afirmó a Santa Catalina que debía hacer una Medalla milagrosa jaculatoria conforme la visión que acababa de ver, y que cualquiera que la llevara sería bendecido por ella. Santa Catalina se aseguró de hacer lo que María quería y mandó hacer la Medalla milagrosa jaculatoria como la había descrito. Catalina se cercioró de que la Medalla milagrosa jaculatoria se distribuyera a todos y cada uno de los que quisiesen comprarla. La Medalla milagrosa jaculatoria ayudó a bastantes personas a recibir la gracia de María y a comenzar a rezarle más con frecuencia. Con el tiempo, el nombre de la Medalla milagrosa jaculatoria cambiaría de la Medalla de la Inmaculada Concepción al nombre actual, más habitual, de Medalla milagrosa jaculatoria.